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Xi’an: el barrio musulmán y la historia de la salchicha

Como adelantaba el último día, durante mi estancia en Xi’an no paró de llover. Con mala leche. Pero ni eso, ni el otro pequeño contratiempo que me ocurrió esos días, impidió que aprovechase mi tiempo en la ciudad.

Me alojé en el International Youth Hostel situado frente a la Torre de la Campana. Una elección fácil y práctica, ya que al estar en el centro de la ciudad me permitía ir a pie a casi todos los lugares de interés. Cuando no, el autobús público pasa por ahí constantemente.

Además, al otro lado de la calle (cruzando por un paso subterráneo, luego evitaba mojarme) se encuentra un fantástico centro comercial cuyo food-court y sala de juegos de la séptima planta terminaron convirtiéndose en mi refugio durante esas mañanas y mediodías de lluvia intensa.

Centro Comercial

Centro Comercial (02)

Únicamente por las noches el aguacero se calmaba un poco, y era entonces cuando yo, cual caracolito trastornado, asomaba la cabecita y aprovechaba para pasear. Por eso, no os extrañe que la mayoría de las fotografías sean nocturnas o muy tardías; que, por otra parte, son las horas mágicas de esta ciudad.

Como tantas otras ciudades chinas, Xi’an tiene su Torre de la Campana y su Torre del Tambor, antiguamente empleadas para señalar las horas, los cambios de guardia, o en este caso, el comienzo y el final del día.

Torre del Tambor (02)

En Xi’an estas torres se encuentran en una de las principales arterias del centro; la de la Campana concretamente, sobre una rotonda. Puede parecer una tontería, pero cada vez que pasaba frente a ellas no dejaba de sorprenderme cómo estas estructuras del siglo XIV han conseguido integrarse de tal manera en el paisaje urbano de la ciudad. Como si hubiesen sido diseñadas expresamente para esa rotonda comercial. No es lo mismo que verlas rodeadas por un parque. A mi, que me gusta fantasear con el pasado, me era imposible imaginar el aspecto que la zona podría haber mostrado en su época.

Continuando hacia el norte, dejando atrás las dos torres y a un lado un Starbucks, un Häagen Dazs y un McDonald’s, se llega al barrio musulmán de la ciudad.

EL BARRIO MUSULMÁN

Chinos musulmanes. Suena raro, ¿eh? Recuerdo una broma recurrente que tenía hace tiempo con unos amigos, hablando del mestizaje, en la que nos preguntábamos unos a otros si habíamos visto alguna vez un “chino negro”. Y no me refiero a “morenito de piel”: negro-negro. Un cruce perfecto entre ambas razas que diese como resultado una persona de rasgos asiáticos con piel negra y brillante como el alquitrán.

La respuesta en mi caso (y en el de todos) era no. Y todavía no he visto ninguno. Pero ya puedo decir que he conocido a los Hui: uno de los varios grupos musulmanes que hay en China, el más numeroso, con casi 10 millones de integrantes. Todavía más interesante si cabe.

Barrio musulmán - día (02)

Barrio musulmán - día (12)

En realidad la idea de los musulmanes chinos no es tan extraña, ya que la llegada del Islam a China fue tan pacífica como natural. Se remonta más o menos al siglo VII, cuando los comerciantes árabes que llegaban a China a través de la después conocida como Ruta de la Seda, comenzaron a establecerse y construir sus mezquitas. En el caso de aquellos que venían a través de la ruta marítima, en la costa sur: ciudades como Guangzhou o Quanzhou, dos de los puertos meridionales más importantes, cuentan con sus mezquitas hoy día.

Chang’an, la antigua ciudad de Xi’an, era el punto de inicio y final de la legendaria Ruta de la Seda terrestre. Aquí llegaban las caravanas de camellos que, tras descargar sus mercancías, regresaban a Europa repletas de los exóticos tesoros asiáticos que tanto gustaban a la encorsetada nobleza del viejo continente Con tanto trajín, no es de extrañar que la ciudad se convirtiese en el hogar de una de las comunidades musulmanas más fuertes y consolidadas del Imperio.

Barrio musulmán - día (04)

Barrio musulmán - día (01)

Barrio musulmán - día (03)

Si bien al principio los Hui tuvieron un estatus separado del resto de la sociedad, poco a poco fueron integrándose en la comunidad Han, adoptando sus nombres, lengua, y muchas de sus costumbres. Y conservando muchas otras; entre ellas, por supuesto, su religión. Ésta es su mayor característica: se trata de la única minoría étnica reconocida por el estado chino cuya identidad tiene una base religiosa, y no racial o lingüística. Un pueblo especial, sin duda, el de los Hui.

La primera impresión del barrio musulmán de Xi’an puede decepcionar un poco. La entrada se hace a través de un mercadillo de souvenirs que, si bien es muy bonito, tiene todos los defectos que caben esperarse de un lugar creado por y para el turismo. Pero sólo hay que callejear un poco para sumergirse de lleno en un ambiente puramente musulmán. Bueno: chino musulmán, que no es exactamente lo mismo.

Barrio musulmán - mercadillo (01)

Mercadillo turístico

Barrio musulmán - mercadillo (02)

En primer lugar, la Gran Mezquita: una de las más grandes de China según dicen, aunque no por esto esperéis encontrar un majestuoso templo islámico al uso. Es una mezquita china, con elementos característicos de la arquitectura de ambos estilos, chino e islámico: muro de los espíritus (chino), minarete central (musulmán), jardines con piedras (chino), sala de oración (musulmán), pagodas (chino), carteles escritos con caligrafía árabe (musulmán)… Un visita realmente interesante que bien vale los 25 yuanes que cobran por entrar.

Gran Mezquita (01)

Gran Mezquita (02)

Gran Mezquita (03)

Pero aún más interesante es el mero (y gratuito) acto de pasear por el barrio, entre carnicerías terroríficas, pequeñas y anónimas mezquitas escondidas entre los edificios, y abriéndose paso entre chinos con largas barbas y el tradicional gorrito de oración. Y, no: no soñéis con tomar una cerveza en esta zona. En eso también son musulmanes. Para ello volved sobre vuestros pasos hasta la animada calle Beiyaunmen: no todos, pero algunos locales venden (a precios algo más elevados de lo habitual, pues saben que juegan con ventaja) el preciado oro líquido.

Barrio musulmán - día (13)

Barrio musulmán - día (06)

Barrio musulmán - día (17)

Estimados clientes: nuestro local se encuentra en proceso de una ligera remodelación. No se corten y siéntense igualmente, la cocina sigue abierta.

Barrio musulmán - día (11)

Barrio musulmán - noche (02)

El ambiente nocturno es una pasada

Barrio musulmán - noche (04)

Barrio musulmán - noche (07)

Barrio musulmán - noche (03)

LA SALCHICHA (Y SUS CONSECUENCIAS)

No hubo tarde o noche que me privase de mi recorrido por el barrio musulmán. Me enamoró. Y claro, tanto pasar por delante de los puestos, uno termina queriendo probarlo todo. Los huevos de ¿codorniz? estaban exquisitos, y en esas me encontraba yo cuando, una tarde cualquiera, me topé por decimotercera vez con uno de esos carritos de salchichas que todos los chinos picoteaban constantemente, como si fuese el mejor de los snacks. Tenía que probarlas.

Barrio musulmán - noche (05)

Barrio musulmán - noche (08)

Barrio musulmán - noche (06)

Antes de que preguntéis: sí, las fotos son de ese momento y esa salchicha. No fueron tomadas con posterioridad para ilustrar el post. Tengo la costumbre de hacer fotos a todo; cuando no me da tiempo a sacar la libreta, la cámara es mi memoria en imágenes, así que todos los pasos de ese (aparentemente) inocente acto que me llevó a la ruina fueron documentados al detalle.

Me acerqué al carro. Y, sin detenerme demasiado a comprobar la mercancía, tras preguntar el precio (2 yuanes) indiqué a la amable tendera que me diese una salchicha. “¿Picante? ¿Estos polvos color carmín que a-saber-tú-qué-son? ¿Los negros también?” “¡Claro, mujer! ¡Tú ponle todo, que a mi me encantan estas cosas!”.

Sólo cuando tuve la salchicha en la mano y pude observarla a corta distancia, me di cuenta de que el aspecto y textura de la carne no se presentaba tan apetecible como de lejos parecía. ¿De qué demonios sería? Cerdo seguro que no. Afortunadamente rata o perro tampoco, ya que los Hui no pueden comerlo, pero aún así tenía una pinta sospechosa. En cualquier caso, ya era muy tarde para echarse atrás.

Barrio musulmán - día (07)

¡Hombre, un puesto de deliciosas salchichas! ¡Probémoslas!

Barrio musulmán - día (09)

Barrio musulmán - día (08)

"Échale tó, que yo tengo un estómago a prueba de bombas"


 

Le di un bocado. Y el segundo casi por inercia, sin darme tiempo a paladear lo que todavía tenía en la boca. Gomosa. Y ligeramente picante, sí, pero no fue eso lo que me partió en dos el estómago y me produjo una nausea digna de aparecer en el libro Guinness de los Records. Instantáneamente (y no exagero un pelo) empecé a encontrarme mal, a tener cada vez más y más náuseas, y no me quedó más remedio que sentarme en una tienda hasta terminar una botella de coca-cola de medio litro. Sólo entonces el malestar (y el regustillo) comenzó a desaparecer.

Pero no sería hasta cuatro horas después, ya en el hostal, cuando empezaron los vómitos. Dos días me duró la “indigestión”. Y a día de hoy tengo mis dudas de que la culpable de todo el desastre fuera verdaderamente la salchicha, o el pollo de una ensalada César que había cenado la noche anterior en el hostal. Cuando me detuve a pensarlo bien, recordé que sabía a pasado de tres meses.

Barrio musulmán - día (10)

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16 comentarios en Xi’an: el barrio musulmán y la historia de la salchicha

  1. Victor 28 septiembre, 2011 at 10:21 #

    Hay ciertas cosas… que por muy buena pinta que tengan, al final no es lo que se espera. Yo también tengo un estomago a prueba de bombas, pero en china me he privado de probar ciertas cosas…

    A ver si poco a poco me voy poniendo al día con tu relato, que tengo ganas de leerlo y te perdí en Ulan Bator…

    Un abrazo!

    • Ku 29 septiembre, 2011 at 7:11 #

      Me estás robando las palabras antes de comenzar a hablar del tema, Víctor!

      Mira que a mi la comida asiática me encanta, pero en este país, si bien lo que está bueno esta buenísimo (las cosas normalitas, tipo «arroz con -carne identificable-«), lo que no se puede comer, no se puede comer…

      Yo voy con pies de plomo en todas partes, y no me meto nada en la boca que no tenga muy claro a qué animal pertenece, y que me de buena pinta… Vamos, que básicamente me estoy alimentando a base de arroz y vegetales!!

      Y empieza a contar tu viaje, chaval, que tengo muchas ganas de leerlo!

      Un abrazo!!

  2. Patricia D.B. 28 septiembre, 2011 at 14:10 #

    ay Carmen…eso en China! yo ultimamente aqui en Alemania no hago mas que tirar cosas…las compro creyendo que son una cosa y….puaghhhhhhhhhhhh
    Cuidate y adelante!

    Besos desde Hamburgo

    • Ku 29 septiembre, 2011 at 7:12 #

      Jajaja, ¡pues si esto te ocurre en Alemania…! ¿Qué pasa, que ahora les ha dado por innovar con platos precocinados raros? ¿nueva cocina?

      Un abrazo fuerte!!

  3. Blai 28 septiembre, 2011 at 16:08 #

    Madre mía la salchicha y el pollo de la ensalada! xD

    Xi’an no podrá faltar en un próximo viaje a China, sin duda. Como me gustado ver las fotos nocturnas por esas calles… Me recuerda tanto a cuando yo estuve! Quiero volver ya! hehe

    Espero que pasados ya unos días te encuentres mucho mejor y sin rastro de estómago sensible, preparada para devorar cualquier otra cosa con todo tipo de condimentos!

    Un abrazo!

    • Ku 29 septiembre, 2011 at 7:15 #

      Sí, Blai, esto se me pasó a los dos días! (pero no sabes qué dos días… :( ) Aunque como le digo a Víctor por ahí, ahora tengo más cuidadito, que no la quiero liar…

      (Y por cierto, manda narices lo del pollo de la ensalada… Cada vez tengo más claro que tuvo bastante que ver, eso en un IYH no se debería permitir -con los precios que tienen, además-, ¿nadie controla el tema sanitario en este país?)

  4. Pau 28 septiembre, 2011 at 16:24 #

    Me ha venido bien escaparme por unos instantes hasta allí, me imagino los aromas intensos de esos puestos callejeros tan coloridos.

    • Ku 29 septiembre, 2011 at 7:16 #

      El mercado nocturno es precioso de noche, Pau. Los colores, como dices, son fantásticos. Y los aromas también… aunque a veces engañan!

  5. JD (@aitor_vca) 29 septiembre, 2011 at 9:27 #

    Voto por la ensalada césar, porque la carne suele estar muy cocinada… pero nunca se sabe.

    Prudencia y rollo de papel higiénico para las emergencias siempre disponible en tu bolsa!!!

    JD

    • Ku 29 septiembre, 2011 at 10:10 #

      Está claro, JD: ¡fue la ensalada! Afortunadamente el incidente no me produjo descomposición, pero en cualquier caso es bastante importante tener siempre un rollo de papel, o un paquete de pañuelos en su defecto, en el bolsillo: en China no es nada habitual encontrarlo en los baños públicos.

      Un abrazo!!

  6. José Carlos DS 30 septiembre, 2011 at 3:16 #

    Pues anda que no me privé yo de cosas en India, tenían muy buena pinta muchas, pero luego a saber…

    Yo creo que la salchicha fue la gota de colmó el vaso, tendrías ya el estomago regular y ya fue el desencadenante de que te pusieras fatal.

    Pues nada, al final me he puesto al día, a lo tonto me pongo a leer y me da pena quedarme a medias :)

    Saludos!!!

  7. Ku 30 septiembre, 2011 at 15:21 #

    En India conviene andarse con precaución, José Carlos, te lo dice una que todavía tiene secuelas :( Y probablemente sí, la salchicha fuese la guinda a un enorme pastel de ensalada César podrida :S

    Un abrazo!!

  8. Mami 1 octubre, 2011 at 9:02 #

    KU has conseguido hacerme reír a carcajadas. Con independencia de la salchicha, ¡cuanto sabes!! ¿ Quien te contó tanto del barrio musulmán ?

    • Ku 1 octubre, 2011 at 9:34 #

      Me alegro de que mis desgracias te hagan reir :D ¿Que cómo se tanto? Mmm… no sé «tanto», pero una intenta informarse bien de lo que está viendo :D (espero no haber cometido muchos errores…)

  9. panedu 6 noviembre, 2011 at 11:55 #

    Me trae muy buenos recuerdos el barrio musulman… y menudos pasteles que tenian hummm que ricos jajaja
    Pues a mi no me sento mal lo que comí jajaja al menos lo de esa zona (no hablemos del mcdonalds)

    Como siempre, unas fotos preciosas.

    • Ku 8 noviembre, 2011 at 5:16 #

      ¿Te sentó mal el MacDonald’s?? esa parte del comentario no la he entendido…

      Me alegro de que te gusten mis fotos, Edu, ¡un abrazo! :D

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